Sunday, November 28, 2004

Dos muchachas. Vargas LLosa

Dos muchachas
Por Mario Vargas Llosa

El País 28/11/04,

Dos jovencitas, la una barcelonesa, la otra madrileña, dan cuenta a través de sus aventuras, inventadas y escritas por dos novelistas casi tan jóvenes como ellas, de la prodigiosa transformación de la sociedad española a lo largo de medio siglo, mejor de como lo harían muchos volúmenes de sociólogos e historiadores.
Para medir el abismo que separa a esos dos mundos y, al mismo tiempo, disfrutar de unas horas de excelente lectura recomiendo leer, o releer, una tras otra, Nada, de Carmen Laforet (1944), y Las edades de Lulú, de Almudena Grandes (1989). Hasta que yo vine a España, en 1958, no creo haber leído a escritores españoles contemporáneos residentes en la Península, por un prejuicio tan extendido por la América Latina de aquellos años como injusto: que todo lo que se publicaba allá rezumaba ñoñez, sacristía y franquismo.
Por eso, sólo ahora he conocido la delicada y sofocante historia de Andrea, la adolescente pueblerina que llega a la Barcelona grisácea de principios de los cuarenta, llena de ilusiones, a estudiar Letras, que Carmen Laforet relata con una prosa entre exaltada y glacial, donde lo que se calla es más importante que lo que se dice, y que mantiene al lector sumido en una angustia indescriptible, de principio a fin de la novela.
No hay en esta minuciosa autopsia del ánimo de una muchacha encarcelada en una familia hambrienta y medio enloquecida de la calle Aribau la menor alusión política, salvo quizás, muy de paso, una referencia a las iglesias quemadas de la Guerra Civil. Pero, sin embargo, la política gravita sobre toda la historia como un ominoso silencio, como un cáncer proliferante que lo carcome y devasta todo, esa universidad purgada de vida y aire fresco, esas familias burguesas calcificadas de buenas maneras y putrefacción visceral, esos jovencitos confusos que no saben qué hacer, dónde volver la vista, para escapar a la enrarecida atmósfera en que languidecen de aburrimiento, privaciones, prejuicios, miedos, provincianismo y una ilimitada confusión. Es admirable la maestría con que, a base de leves apuntes anecdóticos y brevísimas pinceladas descriptivas, va surgiendo ese paisaje abrumadoramente deprimente que parece una conspiración del universo entero para frustrar a Andrea e impedirle ser feliz, igual que a casi todos quienes la rodean.
Y, pese a ello, hay en esta adolescente desvalida un espíritu tenaz, indoblegable, que le impide entregarse a la desesperación y vengarse de la mala vida, como hace la bestia de su tío Juan, moliendo a golpes a su mujer, o el tío Román, el artista fracasado, degollándose con una navaja de afeitar, o la abuela, refugiándose en la demencia senil donde se sufre menos que encarando la sórdida realidad. Fuera de Andrea y el perro Trueno, en esa espantosa familia sólo es simpática Gloria, la maltratada esposa de Juan, la tahúr que recorre los garitos del bajo mundo barcelonés timbeando para dar de comer a los inútiles que la rodean. En el mundo de Nada -el inmejorable título lo dice todo sobre la novela y el lugar en que transcurre- sólo hay ricos y pobres, y como en cualquier país tercermundista, la clase media es una delgada membrana que se encoge y, como la familia de Andrea, tiene ya medio ser hundido en esa mezcolanza popular donde se confunden trabajadores, pordioseros, vagos, parados, marginados, mundo que la espanta y al que trata de mantener a raya a base de feroces prejuicios y delirantes fantasías.
Nada existe más allá de ese mundillo larval que rodea a los personajes; incluso el pequeño enclave bohemio que han construido en el barrio antiguo los jóvenes pintores que a veces frecuenta Andrea y que quisieran ser rebeldes, insolentes y modernos, pero no saben cómo, tiene algo de caricatura y campanario. Pero es sobre todo en el dominio del amor y del sexo donde los personajes de Nada parecen vivir fuera de la realidad, en una misteriosa galaxia en la que los deseos no existen o han sido reprimidos y canalizados hacia actividades compensatorias. Por ejemplo, la violencia. Es imposible no advertir -aunque él ni siquiera lo sospeche- que la manera como la moral reinante ha ido empujando al tío Juan a satisfacer sus pulsiones sexuales es a través de las golpizas sangrientas que inflige a su mujer de pronto y sin razón, como para descargar unas energías sobrantes que lo ahogan.
Si en casi todos los aspectos de la vida, el mundo de la novela delata una moral pacata hasta lo inhumano que enajena a hombres y mujeres y los empobrece, en éste, el del sexo, aquella distorsión alcanza proporciones inverosímiles y es, seguramente, en muchos casos, la secreta explicación de las neurosis, la amargura, el desasosiego, el desconcierto vital de que son víctimas casi todos los personajes, incluso Ena, la amiga vivaz y emancipada a quien Andrea admira y envidia. ¿Sospechaba esa muchacha de veintitantos años que era Carmen Laforet cuando escribió su primera novela que en ella retrataba de manera tan implacable como lúcida una sociedad brutalizada por la falta de libertad, la censura, los prejuicios, la gazmoñería y el aislamiento, y que en la historia de su conmovedora criatura, Andrea, esa niña ingenua a la que en la historia "le roban un beso" y la escandalizan, ejemplificaba un caso de desperada y heroica resistencia contra la opresión?
Acaso no, acaso todo ello resultó, como ocurre a menudo en las buenas novelas, por obra de la intuición, la adivinanza y la autenticidad con que buscaba, al escribir, atrapar una elusiva y peligrosa verdad que sólo a través de los laberintos y símbolos de la ficción era expresable. Lo consiguió y, medio siglo después de publicada, su hermosa y terrible novela sigue viva. A diferencia de Andrea, la Lulú de Almudena Grandes -el verdadero nombre de esta encantadora señorita es María Luisa Ruiz Poveda y García de la Casa, aunque usted no se lo crea- no vive en un mundo desasexuado por una moral ignominiosamente represiva. Por el contrario, ella se mueve alegremente, como Andrea entre chopos dorados y edificios y recintos universitarios, entre falos enhiestos, vaginas engordadas por el placer y chorros de semen. Quienes piensan que Las edades de Lulú fue un mero "caso", que debió su éxito a la circunstancia excepcional de que testimoniaba con cierta insolencia sobre los excesos de la famosa "movida" madrileña, harían bien en releerla ahora, quince años después, cuando la "movida" está muerta y enterrada, como he hecho yo.
Descubrirían entonces que es una espléndida novela, escrita con madura solvencia, y que, además de captar el "espíritu de una época" con la certera precisión con que lo hizo Nada para los años cuarenta, mantiene en nuestros días toda la pugnacidad crítica, el humor acerbo, la gracia verbal y las audacias imaginativas que sorprendieron tanto, al aparecer, hace tres lustros.
También en este caso sorprende que, en su primera novela, una autora de apenas veintitantos años como tenía Almudena Grandes cuando la escribió, construyera su historia con semejante brío, seguridad y solidez y creara un personaje tan rico en matices, atrevimientos, un espíritu tan reacio a la domesticación y al compromiso, al lugar común y al escarmiento, como la traviesa Lulú. ¿Es éste el mismo país donde, cuarenta y cinco años atrás, la virginal Andrea trataba de descubrir la verdadera vida detrás de las máscaras y fantasmas que la encubrían? Lulú, desde que, aún colegiala quinceañera, el profesor y poeta Pablo, amigo de su hermano Marcelo, le da su primera lección coital, se empeña en descubrir todas las posibilidades de la vida del sexo, preferentemente las más barrocas y enfurruñadas, y nada la arredra en una investigación de la que no está exento el placer sino todo lo contrario, y corre incluso el riesgo de morir dilacerada con azotes de púas y vibradores dentados en esa ceremonia sadomasoquista de la que la salva Pablo, en el cinematográfico final.
El Madrid donde ocurren las temeridades de esa jovencita audaz es una ciudad de inconformistas, con las puertas y ventanas abiertas de par en par, por las que circulan los vientos de los cuatro puntos cardinales, un país donde, junto con la libertad y la prosperidad y una robusta y creciente clase media que impone sus gustos y valores, sacude a los jóvenes un apetito descomedido de diversión y de ruptura -"el desarreglo de todos los sentidos", lo llamaba Rimbaud-, un frenesí, un hambre de desmesura que quiere romper todos los límites. Si no fuera por la buena prosa, el humor, la ironía y la inteligencia que la sostienen, Las edades de Lulú sería irresistible después de las primeras veinte páginas, porque una historia centrada casi exclusivamente en orgasmos y fornicaciones naufraga muy pronto, de manera fatal, en la monotonía y la banalidad. Por eso, la mayor parte de las novelas pornográficas son una bazofia, literariamente hablando.
La proeza de Almudena Grandes en esta historia consiste en que, sin dejar de ser una novela donde los verdaderos héroes son el falo y la vagina -acaso también el ano y la boca y, apenas, la mano-, Las edades de Lulú es también una penetrante indagación en los secretos de la intimidad femenina, en los fantasmas recónditos que gobiernan desde la sombra la conducta humana. Lulú no nos seduce por el desenfado con que se entrega a ese sexo que su gurú y marido le ha enseñado a independizar del amor, sino porque lo hace tomando cierta distancia con las experiencias que vive. Esa perspectiva risueña le permite describirlas con gracia y sabiduría, al mismo tiempo que con un deleite nostálgico, lo que da una dimensión intelectual a sus placeres. Esta muchachita no es sólo una raja ávida; es, también, una mujer sensible y con ideas, que, no lo olvidemos, en su frenética peripecia entre chulos, maricas, travestidos, estupradores, etcétera, se ha dado maña para traducir y hacer una edición de los epigramas de Marcial. Como es una chica inteligente, Lulú advierte pronto que, también en el ámbito sexual, en la frontera que separa a la libertad del libertinaje lo humano comienza a deshumanizarse, a deteriorarse y a tornarse violencia pura y autodestrucción. Por eso, a medida que va cada vez más lejos en su búsqueda del placer, lo encuentra menos y la invade un sentimiento de fracaso. Lulú descubre a los treinta años que la realidad no puede elevarse nunca a las alturas de la fantasía, que intentar vivir el deseo hasta los últimos extremos a que puede extenderlo la imaginación humana significa pura y simplemente inmolarse. Por eso el marqués de Sade, que sabía de estas cosas, escribió que el erotismo consistía en acercar el amor a la muerte. Pese a las siderales distancias que separan a la frágil Andrea y a la impetuosa Lulú hay algo que las une: la juventud, la voluntad de ser distintas a lo que el medio y el tiempo en que nacieron quisieron hacer de ellas, la integridad con que asumen esas vidas contra la corriente que son las suyas. Las une también la fértil materia verbal que les dio vida y la maleable sociedad en que vieron la luz, la una a la sombra de una dictadura y la otra en la borrachera reciente de la libertad, y el que, ambas, inciertas sobre su futuro, estén siempre dispuestas a aprovechar la menor ocasión para vivir, vivir intensamente, hasta la saciedad.

Verdad simple, opción difícil

Por Noam Chomsky

El Periódico28/11/04,

Al discutir sobre relaciones internacionales, el principio fundamental es: nosotros somos buenos. Nosotros es el Gobierno, una aceptación del concepto totalitario de que el Estado y el pueblo son uno solo. Nosotros somos benevolentes, buscamos la paz y la justicia, aunque tal vez cometamos errores en la práctica. Nosotros somos engañados por villanos que no están al nivel de nuestros elevados principios.
Los hechos de las últimas semanas, entre ellos las elecciones en EEUU, el ataque a Faluya, la muerte de Yasir Arafat y los cambios en el Gobierno de George Bush dan pábulo al principio enunciado y, a nivel humano, acrecientan el peligro de la guerra y del terror.
La política militar de Washington "conlleva un riesgo apreciable de catástrofe final", escriben los expertos en estrategia John D. Steinbruner y Nancy Gallagher en la última edición de Daedalus, una revista no muy dada a la hipérbole. Los autores expresan la esperanza de que la amenaza será contrarrestada por una coalición de países amantes de la paz, encabezados por China. Realmente las cosas están muy mal si debemos confiar en China. La democracia puede hacer algo mejor. ES LO apremiante. En Irak, 100.000 civiles han muerto como consecuencia directa o indirecta de la invasión encabezada por EEUU en marzo del 2003, según un estudio publicado en The Lancet y efectuado por investigadores de la Universidad Johns Hopkins, que Washington y Londres rechazaron. Y ello sin contar las muertes recientes en Faluya. El ataque comenzó cuando fuerzas norteamericanas e iraquís tomaron el Hospital General de Faluya, descrito por oficiales del Ejército como "un centro de propaganda y arsenal de los resistentes" desde el cual se habrían difundido "una serie de informes" falsos "sobre bajas civiles", según informó The New York Times.
Otro artículo del diario señaló: "Pacientes y empleados del hospital fueron sacados de las habitaciones y se les ordenó estar sentados o acostados en el suelo mientras los soldados les ataban las manos a la espalda".
El ataque al hospital es una explícita violación de la Convención de Ginebra, parte de la "la ley suprema de los territorios" y base de las modernas leyes humanitarias. La ley contra crímenes de guerra de 1996 (aprobada por un Congreso con mayoría republicana) impone la pena de muerte para los mandos militares responsables de "graves violaciones" de la Convención de Ginebra.
La ley de crímenes de guerra también reapareció con la designación del consejero de la Casa Blanca Alberto Gonzales como secretario de Justicia. En enero del 2002, en un memorando al presidente acerca de nuevas medidas en la lucha contra el terrorismo, Gonzales recomendó a Bush dejar de lado la Convención de Ginebra, pues de esa forma se reducía "de manera sustancial la amenaza de procesos penales internos bajo la ley de crímenes de guerra".
Hacer caso omiso de la ley internacional es un elemento de orgullo para la gente de Bush. Condoleezza Rice, nombrada por Bush secretaria de Estado, expresó sus puntos de vista en enero del 2000 en Foreign Affairs, donde criticó "el atractivo, prácticamente similar a un reflejo condicionado, de nociones sobre normas y leyes internacionales y la creencia de que el respaldo de muchos países, o mejor aún, de instituciones tales como las Naciones Unidas, es esencial para el legítimo ejercicio del poder". ACTUALMENTE, el propósito reconocido de Washington es implantar la democracia en Oriente Próximo. La muerte de Arafat ofrece otro instructivo caso de la práctica de la democracia. "La era posterior a Arafat será la última prueba de una convicción que representa el núcleo del pensamiento político norteamericano: que las elecciones ofrecen legitimidad, inclusive a las instituciones más frágiles", escribió Steven Erlanger en The New York Times.
Pero el artículo plantea una paradoja: "En el pasado, el Gobierno de Bush se resistió a la convocatoria de elecciones nacionales palestinas. La idea era que las elecciones mejorarían la imagen de Arafat y le darían un renovado mandato, y eso podría dar credibilidad y autoridad a Hamás". En resumidas cuentas, la quintaesencia del pensamiento político norteamericano se aplica si los resultados son los deseados. De lo contrario, hay que bloquearlos.
La elección presidencial estadounidense presenta problemas que van más allá de las presuntas irregularidades en la votación. La elección vale lo mismo que lanzar una moneda al aire para elegir un rey cuando una de sus caras pesa más que la otra. Es injusto, pero ahora el asunto principales es el déficit democrático que padecemos.
La evidencia demuestra que las opiniones de la mayoría de la población simplemente fueron eliminadas de la campaña, ya fuese dentro de los partidos o en los temas principales de discusión, con raras excepciones. El pueblo terminó votando a partir de simples imágenes. Bush era el hombre que compartía los valores morales de la mayoría y podía proteger a EEUU del terrorismo. Y el senador John Kerry era el hombre que se preocupaba por la economía y por la salud pública. Sus campañas fueron lideradas por las mismas personas que venden pasta de dientes y automóviles. ¿Cómo puede esperarse de esa gente que diga la verdad?
El déficit democrático se extiende a las Fuerzas Armadas de EEUU. En mi opinión, si hay que tenerlas, que sean del pueblo. La jerarquía militar prefiere un Ejército de voluntarios (con preponderancia de los sectores más pobres). En Vietnam, el Ejército norteamericano de dió cuenta de que había cometido un grave error al intentar que un Ejército de reclutas luchara en una viciosa, brutal guerra colonial.
Tenemos una idea bastante clara de lo que desean los asesores de Bush, pero lo que podemos esperar depende de las circunstancias, incluidas aquellas que podemos promover. Eso debe incluir la creación, y en parte la recreación, de una cultura democrática que funcione, donde el pueblo participa de los programas de manera efectiva, y donde aceptamos el principio moral básico de que aplicamos a nuestro país los mismos estándares que exigimos a los otros.

Otro filósofo y otras recomendaciones para salvar la convivencia

El filósofo y el gobierno

Un pueblo cansado termina buscando un mesías en lugar de un gobernante

Por Paulo Coelho El Semanal 26/11/04,



Hoy en día, en todos los países, estamos acostumbrados a escuchar con gran respeto y reverencia a los llamados ‘científicos políticos’, como si la política, al igual que las matemáticas o la física, se rigiera por una serie de reglas lógicas y racionales.
Si fuese así, no veríamos tanta violencia en América Latina, tanta miseria en África, conflictos religiosos extendidos por el mundo entero, iraquíes y americanos muriendo en nombre de una causa perdida y de una guerra arbitraria. Si la política fuese una ciencia, aunque inexacta, bastaría con aplicar algunas ecuaciones para empujar hacia delante al ser humano y a la civilización.Estamos cansados de ver que dicha racionalidad es absolutamente irreal. Y por eso, cuanto más oye el pueblo hablar de este asunto, más asocia la palabra ‘política’ con cosas negativas.
Eso es injusto: existe mucha gente bienintencionada, que trata de hacer lo mejor por su país y por su pueblo. Pero el sistema político, tal como vemos hoy en día, ha entrado en un círculo vicioso que puede llevarnos de nuevo a la edad de las tinieblas: un pueblo cansado de ver sus esperanzas frustradas, perdido entre los análisis incomprensibles y contradictorios de los ‘científicos políticos’, termina buscando un mesías en lugar de un gobernante, y así es como volvemos a las dictaduras.¿En qué consiste, a mi modo de ver, la política? En un sistema de valores morales, debatidos libremente por la sociedad, y puestos en práctica no por la fuerza, sino por el sentido común: es mejor obedecer algunas reglas que ver todo a nuestro alrededor transformarse en caos.Medio siglo antes de Cristo, nació en China un hombre que jamás ocuparía un cargo importante, pero que, a partir simplemente de su observación personal y de sus conversaciones con el pueblo, decidió dedicar gran parte de su trabajo a comprender la relación entre gobernantes y gobernados.
Todos hemos oído alguna vez su nombre: Confucio. Vale la pena recordar algunas de sus enseñanzas, que han atravesado milenios, han iluminado algunos de los gobiernos más importantes de la historia, y continúan teniendo hoy más actualidad que nunca (algunas frases han sido adaptadas o condensadas):

- Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas.
- Cuando estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores.
- En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza.
- En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza.
- Los cambios pueden tener lugar despacio; lo importante es que tengan lugar.
- El hombre se pasa la vida intentando complicar algo que es simple: las relaciones humanas.
- Nunca des una espada a un hombre que no es capaz de sonreír y danzar.
- Estudia el pasado si quieres saber cómo será tu futuro.
- Cuando el objetivo de un gobernante parece muy difícil, éste no debe cambiar de objetivo, sino buscar un nuevo camino hacia su meta.
- El buen líder sabe lo que es verdad; el mal líder sabe qué es lo que vende mejor.
- No hay error en admitir que tú solo no puedes mejorar tu condición en el mundo; para crecer, necesitas aliados con los que crecer juntos.
- Cinco son las condiciones necesarias para el bienestar del pueblo: seriedad, honestidad, generosidad, sinceridad y delicadeza.
- Quien escucha comentarios perversos, aunque sea por curiosidad, pronto se convertirá en un hombre perverso.
- La virtud no nació para vivir sola. Quien la practica termina rodeado de vecinos.

Enlaces> El filósofo y el gobiernohttp://www.clubelsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=93&id_firma=687

Entre el blanco y el negro: la lógica borrosa

LOTFI A. ZADEH, creador de la lógica "FUZZY" usada en las lavadoras

"Las máquinas tienen que hablar en humano"

Tengo 83 años y sigo impartiendo clases en Berkeley. Nací en Baku, Azerbaiyán y soy genuino fruto del culto soviético a la ciencia, pero hoy Rusia sólo adora al dinero. Mi lógica funciona en 5.000 patentes, de ordenadores a microondas, y creo que propicia un pensamiento más tolerante. He recibido el premio Kaufmann de la U. Rovira i Virgili.

Por Lluís Amiguet
La Razón23/11/04,

Si en la vida nada es enteramente falso o enteramente cierto...
-Eso parece...
-¿Por qué la lógica, entonces, desde Aristóteles hasta Descartes, tenía que ser binaria: verdadero o falso, sí o no, blanco o negro?
-Para los problemas del cole servía.
-En 1965 publiqué un pequeño artículo científico en el que me revelaba contra esa estrecha lectura de la realidad. Fue el nacimiento de la fuzzy logic, lógica borrosa.
-Una lógica gallega, difusa.
-Una lógica más humana. El sentido común frente al idealismo racionalista. Se trataba de acercar la lógica a nuestro modo de pensar. ¿Acaso usted es feliz o desgraciado? ¿O por el contrario usted gradúa su felicidad, el amor, la amistad, incluso su antipatía?
-Incluso los mezclo y confundo.
-¡La mente humana siempre gradúa la realidad, la percibe así, y la lógica, lógicamente, debe hacer lo mismo!
-Parece lógico.
-¿Verdad? Pues todavía la comunidad científica recela de mi lógica borrosa.
-¿Por qué?
-Porque muchos científicos están cómodamente instalados en sus poltronas mentales y cambiar de hábitos les supone esfuerzo...
-...Que no están dispuestos a hacer.
-¡Menos mal que la realidad les enseña el camino! Por eso la industria se ha apresurado a aprovecharse de mi lógica y en cambio hay comunidades científicas que la miran con desconfianza.
-¿Le dicen que no se la creen?
-No se la creen hasta que la tocan. Uno de estos cerebros reticentes, un genio de la inteligencia artificial, me vino un día a ver a Berkeley con una videocámara cuyo autofocus y estabilización de imagen estaban basados en mi lógica y me confesó: "Perdone profesor: yo no creía en su lógica borrosa hasta que he filmado la realidad con ella; ahora sí creo".
-¿Cuántos aparatos funcionan hoy con su lógica borrosa?
-Los japoneses, con más de 5.000 patentes, y los alemanes después son los grandes campeones de la aplicación de mi lógica a los automatismos de todo tipo de aparatos: desde el metro de Senday en Japón hasta medidores de la presión sanguínea, lavadoras, aspiradoras, ascensores, neveras, microondas...¡Todo hoy funciona mejor con la lógica fuzzy!
-Pero ¿cómo funciona?
-Las máquinas tienen que hablar en humano. Es más fácil para los humanos usar palabras que porcentajes o números para graduar los automatismos, por eso mi lenguaje se emparenta con la lingüística variable...
-Hacer que las máquinas hablen nuestro idioma..
-De eso se trata. Una lavadora debe saber ir mucho más allá del encendido o apagado. Tiene que saber analizar percepciones humanas en gradación, y con la lógica binaria las máquinas no entienden gradaciones y las percepciones humanas que son graduales.
-Es como esa tele que nunca sé si está del todo encendida o apagada.
-Porque hay posibilidades intermedias siempre graduables. Hemos superado la lógica binaria que regía nuestra ingeniería. Una lavadora tiene que saber lavar a medias. En lógica fuzzy todo es graduable y a todo se le ha de permitir que sea graduable.
-Yo sigo sin entender cómo demonios funciona mi vídeo y me pierdo pelis y partidos.
-¡Porque son aparatos que todavía no aplican la lógica fuzzy!Sus manuales de instrucciones son jeroglíficos. Mi lógica es mucho más comprensible para los seres humanos que la binaria. Y aún le diré más: la sustitución de la lógica binaria de verdadero falso o blanco o negro por la fuzzy de hecho acaba influyendo en el modo de pensar del ciudadano. Creo que la lógica fuzzy propicia hábitos mentales más tolerantes, más humanos: en la lógica fuzzy la verdad o la mentira son graduables. Como en la vida misma.
-¿El automatismo de la lavadora o el aspirador influye en mi modo de pensar?
-Pues claro.
-Se habrá usted forrado con el invento.
-¡No! No me ha interesado nunca cobrar por mi descubrimiento. Lo único que he recibido fue un detalle de Canon, que me regaló una cámara especial, la primera con lógica fuzzy, que llevaba mi nombre grabado en oro. Eso es todo, pero hacerme rico no, porque yo soy hijo de la cultura soviética.
-¿A qué se refiere?
-A mí me educaron en la adoración a la ciencia para que devolviera a la sociedad algo del inmenso esfuerzo que todos mis conciudadanos hacían para educarme.
-Pues hoy se lo cobran los japoneses.
-La humanidad. Da igual. A mí no me interesa el dinero y le aseguro que si me interesara, sería multimillonario. Pero soy mucho más feliz investigando: si mi lógica es más útil a todos sin encarecer las patentes, mejor.
-¿Por qué acabó usted en Berkeley?
-Mi formación inicial era soviética y con ella el culto a la ciencia y la pasión por las matemáticas. Mi padre era periodista y lo destinaron a Teherán y allí acudí al colegio norteamericano, que dejó una profunda impronta en mí: me pareció natural ir a estudiar a EE.UU. Sé que si cuando descubrí la lógica fuzzy yo no hubiera sido el jefe del Departamento de Ingeniería de Berkeley... -Nadie le hubiera hecho caso.
-Nadie. Menos mal que en Japón antes de discutir teóricamente mi lógica se pusieron a hacerla funcionar en la práctica y se impuso. Y debo citar en España a dos paladines de la lógica fuzzy: los doctores Jaime Gil Aluja y Enric Trias, que han conseguido que mi lógica también sea española.
Enlaces> "Las máquinas tienen que hablar en humano" http://www.lavanguardia.es/web/20041123/51169854835.html

El baúl de la Piquer

Concha Márquez Piquer / Cantante
«Mi madre me llamaba ‘doña Verdades’»
Eran setenta personas de compañía y ciento setenta y tantos baúles. Llevábamos desde aceite de oliva a ropa de cama